viernes, 7 de marzo de 2008

Breve historia del concepto de "persona"

El término latino persona deriva de la voz griega prosopon (prósôpon), máscara, máscara que cubría el rostro de un actor al desempeñar su papel en el teatro. Persona significó también “sonar a través de algo”, “hacer resonar la voz”, como la hacía resonar el actor a través de la máscara, y también significó “desempeñar un papel”. El vocablo persono también fue usado en el sentido jurídico como “sujeto legal”, sentido que se empleó en el derecho judío para el “patriarca” (propietario de bienes y esclavos) y en el derecho romano para los ciudadanos romanos plenos o ciudadanos romanos aliados. Ha sido muy discutido si los antiguos griegos tuvieron o no una idea de la persona en cuanto “personalidad humana”: si bien los griegos no elaboraron una noción de persona tan precisa como los autores cristianos, podemos afirmar que concibieron el ser del hombre como “parte del cosmos” o “miembro del Estado-ciudad”. Las escuelas helenísticas, como los epicúreos o los estoicos, buscaron también para el hombre una subjetividad propia pergeñada de una conducta intelectual y de una moral determinadas. La noción de persona dentro del pensamiento cristiano fue elaborada, por lo menos en su origen, en términos teológicos, a menudo por analogía con términos o conceptos antropológicos. En la noción participaron los teólogos que precisaron los dogmas establecidos en el Concilio de Nicea, en el que una de las cuestiones principales debatidas fue la cuestión de la relación entre “naturaleza” y “persona” en Cristo. Uno de los primeros autores que desarrolló la noción de persona en el pensamiento cristiano fue San Agustín, que, refiriéndose a las personas divinas, afirmó que no podían ser consideradas como simples substancias (impersonales) en el sentido “clásico” del término “substancia”. Boecio definió persona como “una substancia individual de naturaleza racional”. San Anselmo aceptó la definición de Boecio y subrayó el contraste entre “persona” y “substancia”: “persona refiere a una naturaleza racional individual, mientras que substancia se refiere a los individuos, la mayor parte de los cuales subsisten en la pluralidad”. Santo Tomás sostuvo que los individuos de naturaleza racional poseen, como primeras substancias, un nombre que los distingue de todas: el nombre “persona”. A diferencia de ‘hipóstasis’ (del griego hipokeimenon), la subsistencia, que designaba también a la persona -pero que acabó por referirse a la substancia como soporte de los accidentes-, ‘persona’ designaría el soporte individual racional. Los filósofos modernos tampoco eliminaron los elementos metafísicos implícitos en la noción de persona. Leibniz afirmó que “la palabra ‘persona’ denotaba la idea de un ser pensante e inteligente, capaz de razón y de reflexión, y que podía seguir considerándose a sí mismo como él mismo, aunque pensara en distintos tiempos y en lugares diferentes”. Los pensadores modernos emplearon, además, en su tratamiento de la noción de persona, elementos psicológicos y éticos. Actualmente existe una distinción, subrayada por muchos pensadores contemporáneos, entre la noción de individuo y la de persona. Las razones de esta distinción son varias. El término ‘individuo’ se aplicaría a una entidad cuya unidad, aunque compleja, es definible negativamente: algo, o alguien, es individuo cuando no es otro individuo. El término ‘persona’ se aplicaría a una entidad cuya unidad es definible positivamente y con elementos procedentes de sí misma. El individuo está determinado en su ser, mientras que la persona es libre. La contraposición entre lo determinado y lo libre como contraposición entre el individuo y la persona fue elaborada especialmente por filósofos que insistieron en la importancia de lo “ético” en la constitución de la persona. Así ocurrió con Kant, que definió la persona como “libertad e independencia frente al mecanicismo de la naturaleza entera, puesto que ella misma es la que se da a sí misma leyes puras prácticas establecidas por su propia razón” (K. r. V.). La persona, en cuanto “personalidad moral”, es para Kant “libertad de un ser racional bajo leyes morales”. En algunos casos, los elementos éticos que Kant subrayó en la noción de persona se hicieron de nuevo “metafísicos”. Tal sucedió en Fichte, para quien el Yo no es sólo persona, un centro de actividades racionales, sino también, y sobre todo, es un “centro metafísico”, “fuente” de actividades “volitivas”. La aportación de Hegel a este respecto es, mucho más que sugerente, el nudo de la cuestión: para Hegel el ser-para-sí (el individuo) es un átomo incomunicable e impenetrable, pero en tanto que se concibe a sí mismo como un individuo autónomo, frente a todo tipo de alteridad, es persona (Fenomenología del espíritu). Pero también, como sigue Hegel, el esclavo puede sentirse, tanto para los demás como para sí mismo, como persona. Esto es porque su reconocimiento como persona es otorgado, pero no adquirido, y sólo en la coincidencia de la autonomía y de la negación de la exterioridad (mediante la propiedad y el trabajo) en un mismo sujeto podrá hablarse con sentido de “persona”. Después –añade- es únicamente en el estado de derecho (Rechtzustand) –cuya contextualización histórica viene dada ya por el mundo romano- donde aparece, ya como espíritu, la persona propiamente dicha. Así, pues, la res pública (Gemeinwesen) es lo que hace al hombre ser persona, una abstracta universalidad en la que todos los individuos “cuentan” y “valen” igual. En El puesto del hombre en el cosmos Scheler (1874-1928) escribe que el hombre es capaz «de desvincularse del poder, de la presión, del vínculo con la vida y de aquello que le pertenece». En este sentido, es un ser espiritual, que ya no está atado a impulsos inmediatos, sino que está esencialmente abierto al mundo. La persona no es el “yo trascendental”, una hipóstasis, sino un individuo concreto, unidad orgánica de un sujeto espiritual que se sirve del cuerpo, en calidad de instrumento, para llevar a la práctica determinados valores. Además, para Scheler, la persona se halla originariamente en relación con el “yo” del otro. Tal relación abarca desde las formas inferiores de vida social hasta la culminación, consistente en la relación de amor (masa, que surge del contacto emocional; sociedad, que nace de un contrato; comunidad vital o nación; comunidad jurídico-moral (Estado, escuela, círculo de ideas); y comunidad de amor (Iglesia). Para Mounier (1905-1950), el representante francés del personalismo comunitario, mi persona no es la conciencia que yo poseo de ella. Cada vez que llevo a cabo un acto de constatación de mi propia conciencia, lo único que constato son fragmentos efímeros de individualidad. En la filosofía social de finales de siglo XX el economista estadounidense James Buchanan (1919) introduce un nuevo concepto de persona basado en la propiedad. Buchanan distingue entre lo que él denomina “anarquía real” y “anarquía ordenada”. La anarquía real está caracterizada por la ausencia absoluta de acuerdo y respeto por lo que es propio de los demás; se trata de la guerra de todos contra todos que Hobbes describe como “estado de naturaleza”. Para superar esa anárquica guerra de todos contra todos, surge la necesidad de definir y hacer que se respeten los límites de actuación de los individuos, límites que vienen marcados por el derecho de propiedad, que es lo que define, para Buchanan, a la persona. Los límites de la acción de todos los individuos son infinitos, dentro de un ámbito en el cual cada cual es dominus, señor, es decir, hombre libre y capaz de autodeterminación. Se es persona en el marco de la ley y siempre a partir de un derecho reconocido a hacer ciertas cosas. La persona es, pues, un concepto legal. Un concepto de persona distinto a éste es el que defienden los representantes de la ética discursiva (Apel y Habermas). Aquí, el sujeto (la persona) no aparece como un observador, sino como un hablante que interactúa con un oyente. La apertura a la alteridad y el rechazo del individualismo solipsista son entonces radicales: yo aparezco como un alter ego, de modo que la conciencia de mí mismo ya es un fenómeno generado comunicativamente.

2 comentarios:

Cartas que nunca escribí dijo...

Y algunos...se llaman...humanos.

nicol dijo...

"Hola.
"
"Antes de nada, perdona que te escriba esto como un comentario, pero es que no vi tu email en el tu blog
"
"Soy el webmaster de publizida.es
"
"
"
"Publizida BLOG'S es un ranking / directorio de clasificación de blogs en español, creado con el único propósito de dar a conocer los mejores blog's
"
"
"
"Registrando su blog en Publizida BLOG'S accederás al servicio de estadísticas gratuitas y podrás participar en el TOP.RANKING
"
"También puedes acceder a la valoración que los usuarios hacen de su página.
"
"
"
"Y lo mas importante...
"
"darte a conocer y aumentar el numero de visitantes a tu BLOG de manera totalmente gratuita.
"
"
"
"Si te interesa puedes darte de alta
"
"ALTA DIRECTORIO DE BLOGS
"
"
"
"o visitanos en ......
"
"
"
"DIRECTORIO DE BLOGS
"
"
"
"HTTP://PUBLIZIDA.ES
"
"
"
"Muchas Gracias por tu tiempo... y disculpa si no fue la mejor manera de darme a conocer.
"
"
"
"Un saludo.
"
"
"
"DAVID T.
"
"Webmaster de Publizida.es
"